Siempre he oído que el pan no se tira, cosa que me fastidiaba porque eso significaba que debía rallarlo, ¡no me gustaba nada!, por suerte de mayor he aprendido a usarlo de forma mucho más dulce.
Manos a la masa.
1 kg de pan duro, a ser posible sin corteza.
3 huevos.
1 vaso y 1/2 de leche.
1 naranja, 1 limón y 1 palo de canela.
4 o 5 cucharadas de azúcar.
Azúcar para hacer caramelo o caramelo líquido si no queremos liarnos.
1º Lavamos la naranja y el limón, cortamos sus cascaras, procurando no coger mucho de la parte blanca. Las ponemos en la leche junto al azúcar y la canela. Dejamos cocer a fuego suave, cuando hierva tenemos que colar la leche.
2º En la leche añadimos los huevos y batimos con arte y salero.
3º En un bol tenemos el pan previamente cortado en dados, echamos la leche, tenemos que hacer que todo se mezcle muy bien.
4º Cubrimos la fuente elegida con el caramelo, volcamos la masa. En el horno precalentado a unos 180º, introducimos la bandeja (podemos optar al baño maría) durante unos 20-25 minutos, para comprobar si está pinchamos con un palillo, si sale limpio dejamos enfriar y desmoldamos. Se sirve frío, acompañado de naranja o nata o chocolate o cualquier cosa que engorde.
Si no tenéis pan duro podeís usar pan de molde, siempre retirando la corteza, tened en cuenta que éste pan empapa mucho más rápido que las barras tradicionales.
Vale, admito que no es una receta operación bikini, ¡es un postre por el amor de Dios! Disfrutemos de la vida un poquito.
