Me niego en redondo a que todo lo que sea de dieta conlleve que esté más sabroso el mantel que lo que hay sobre el plato, es que no, lo siento, el comer tiene que ser un placer, no un sacrificio que induzca a matar al comensal vecino para hacerte con su comida.
Porque seamos sinceros, ¿disfrutamos de nuestra rodaja de piña como de un trozo de tarta de chocolate cubierta con una ligera capa de nata, adornado con sirope de caramelo?, acepto que he engordado sólo de pensar en eso, pero no hay que ser extremista, podemos llegar a un punto intermedio. Como dijo cierto filósofo: la virtud está en el punto medio.
Manos a la obra.
2 kiwis
2 plátanos.
1 paquete de queso fresco.
3 cuharadas de mermelada de fresa, si es sin azúcar mucho mejor.
1º Pela las frutas, cortarlas en cuadraditos, reservalas, en el caso del plátano, se oxida muy pronto puedes echarle unas gotas de limón. Corta el queso en cuadrados.
2º En una copa monta en capas: queso, mermelada, kiwi, queso, plátano, kiwi, mermelada.
No hay más, ¿veís?, receta sencilla, barata y buena. Obviamente podéis cambiar las frutas a vuestro gusto.
El kiwi cuenta con un interesante aporte tanto de vitaminas como de sales minerales; es por ello por lo que influye positivamente en el buen funcionamiento de los sistemas nervioso y circulatorio.
Además, ese aporte de vitaminas ayuda a su vez en la
formación tanto de los huesos como de los dientes, y en las distintas
elaboraciones de las proteínas (gracias a una enzima, la actinina).
Unos 100 gramos de kiwi aportan:
- 55 calorías.
- 0,5 gramos de grasas.
- 13 gramos de hidratos de carbono.
- 1 gramo de proteínas.
- 37 miligramos de calcio.
- 200 miligramos de vitamina C.
- 0,9 miligramos de hierro.
- 1,10 miligramos de fibra dietética.
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